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domingo, octubre 22, 2023

Lo que todo Caballero debe saber

Pierre Sériziat, C. 1795, Jacques-Louis David

¿Qué son exactamente los mencionados 'Gentleman's Pursuits' del título de este blog? ¿Por qué está escrito en inglés y no en español? 

Sentados ante un café y una laptop de por medio, mi buena amiga Claudia me preguntaba el porqué el nombre de mi blog The Gentleman's Pursuits estaba en inglés y no en castellano, señalando que, aun sabiendo su traducción, ella hubiera preferido un término dirigido a una audiencia hispanoparlante. 

- ¿Por qué no en español? - Me miró con en esa sonrisa tan suya, mezcla de curiosidad y pequeño reclamo.

Meditándolo un par de segundos en silencio, tras un sorbo de mi espresso, contesté:
 
- Hay, sin duda, un término equivalente en castellano. Pero tal vez quise dotar a mi blog de cierto sentido más amplio en cuanto a los temas que trataría. Fue una pequeña licencia de mi parte para hablar de otras cosas que no fueran solo de vinos y de objetos; es decir, hablar de otros intereses cultos e intangibles, quizás al estilo del ideal del Gentleman británico decimonónico. Una licencia ambiciosa, sin duda, porque pienso que para escribir sobre esto primero hay que vivirlo - respondí, dando otro sorbo a mi café con la mirada puesta en el piso de madera. 

Más tarde, sentado ante mi escritorio, pensé cómo explicarlo mejor: se trata simplemente de aprovechar el tiempo que se nos ha concedido en este mundo para convertirse en la mejor versión de uno mismo. 

Aprovechar nuestro tiempo en esta tierra, que de un instante a otro todo puede cambiar. In ictu oculi de Juan de Valdés (1672)

Aunque es cierto es que el mencionado Gentleman decimonónico ya no existe (no se diga ya del ideal del Virtuoso de Lord Shaftesbury, aun más raro), es decir, en su  espíritu y ambiciones, víctima del paso del tiempo y sobre todo de la televisión primero, y de las redes sociales y programación en streaming a últimas fechas y del infame scrolling a golpe de algoritmos, los cuales a fuerza de horas de poner la mente en neutral viendo pantallas y posts nos taladran e incrustan, incluso desde niños pero sin dejar de lado las mentes adultas, modelos a seguir que no solo con frecuencia vulgares y superficiales sino además no tienen la mínima calidad moral en la mayoría de los casos, con sus muy honrosas excepciones). Empero, también es cierto que hoy en día se puede ser "un caballero" si uno decide serlo, o lo que es lo mismo, se es caballero - o dama - por elección.

Con todo, ahora más que nunca se requiere de esos hombres y mujeres de valor. El ideal del ‘Gentleman-Gentilhomme-Caballero’ es deseable como individuo ya que con su espíritu, conocimiento e idealismo lanza a la humanidad hacía adelante, como todos los espíritus escogidos de los que se ocupa la historia (que no de los hombres mediocres a como lo anuncia José Ingenieros en su célebre El hombre mediocre).

Robert de Montesquiou por Paul Troubetskoy

Aunque la palabra ‘Gentleman’ tiene su equivalente en el español como ‘Señor’ (en el sentido de ‘Don José es todo un señor’, ya que la palabra ‘caballero’ denota más la idea de buenos modales en el trato hacia las mujeres - y prójimos - es decir, un sentido de ‘caballerosidad’: ser ‘todo un señor’ incluye también ser caballeroso), el ideal del ‘Gentleman Británico’ y el ‘Gentilhomme Francés’ surge a partir del desarrollo de las sociedades cortesanas europeas a partir del siglo XVII, la cual exigía una cultura de etiqueta, formalidad y trato ‘educado’ como un código de conducta establecido. Este código incluía naturalmente el concepto de los buenos modales (‘manners’, ‘maniera’) en el trato hacia los demás, pero también exigía, para triunfar en estas sociedades, un grado de cosmopolitismo, inteligencia, bien hablar, humor, sensibilidad, valor, honor y carácter. 

Así mismo esta idea era descendencia directa del ideal del hombre renacentista del siglo XVI; el individualismo y el deseo de hacer y saber de todo. De esta manera, y como afirmaba el Filosofo Dietrich Schwanitz, ‘La formación cultural se fundía con la cultura social’. Un hombre al fin de aficiones y aspiraciones renacentistas.

Baldassare Castiglione, autor de Il Cortesano (1528).

Baldassare Castiglione en su célebre "El cortesano" (título que muy bien podría trasladarse al moderno término de El Gentleman), describe justamente ese ideal del caballero renacentista, curioso del mundo y de la elevación del ser humano como centro del universo: el caballero perfecto debía saber de todo y de todos, ciencia y arte; debía contar con un físico que buscara el ideal grecorromano (¿el canon del hombre perfecto de Policleto? ¿La proporción física natural perfecta de los Bronces de Riace?), el trato educado y amable, savoir-faire social y elevadas miras, todo ello hecho sin aparente esfuerzo, con naturalidad, desenvoltura y gracia, un concepto luego conocido como Sprezzatura término en el libro incluido y que hoy refiere más a vestir bien y con elegancia en el mundo de la sartoria, aunque si perder del todo su origen. Aún hoy el ideal italiano de La Bella figura (verse bien y comportarse bien en sociedad), debe mucho a ese antecedente renacentista. Así, todo hombre que aspire a ser un caballero deberá ver en El Cortesano la piedra angular de su partida en este viaje, tortuoso pero pleno de satisfacciones, aunque sirven como advertencia dentro del propio texto las palabras de Ludovico Pío: "Pienso que no se podrá hallar vaso donde quepa todo lo que vos queréis echar en este Cortesano". Pero, como en tantas cosas de la vida, el placer esté en el camino y ciertamente no en el destino. 
 
Reconstrucción en bronce del Doryphoro de Policleto (450 a.C.)
¿Pero qué sucede hoy en día? ¿Es cierto que ‘ya no hay caballeros’, como se quejan la mayoría de las mujeres? 

Tal vez sea cierto que los buenos modales hagan falta en estos días, pero basta también ver los cambios en los programas educativos para darse cuenta que mucho ha cambiado en el alcance y calidad de los intereses que perseguimos, además de que debemos participar de una nueva concepción del papel del hombre en una sociedad más incluyente y diversa. 

No me gusta decirlo, pero una generación de hombres que pasa hora tras hora viendo memes, posts de jovencitas escasamente vestidas en Instagram (o el peor de los pecados intelectuales: pagando dineros en OnlyFans), o sumergiéndose en teorías conspirativas en Facebook (de la más fragante estupidez), o videos de YouTube absolutamente intrascendentes, o que pasan días enteros jugando videojuegos, tendrá muy poco tiempo de perseguir otros intereses más elevados. 

Podría decir incluso que esa "epidemia de estupidez" que sufrimos anunciada por don Arturo Pérez-Reverte, es una grave afrenta al proceso de civilización humana a como la describe Norbert Alias en su magnífico El proceso de la civilización, lectura que recomiendo con entusiasmo a quien desee entender sobre esto. 

Le Cercle de la Rue Royale, de James Tissot (1680).

Contrastemos lo anterior con la educación de un Gentleman de antiguos tiempos: esta incluía la adquisición de conocimientos sobre matemáticas (y ciencias en general), filosofía, latín, música culta, ópera, geografía, literatura, poesía, historia, arquitectura, pintura, astronomía y leyes, además de política y conocimiento de estado geopolítico del mundo. Y no solo eso, un caballero debía saber también de vestido, comida, práctica de deportes tales como los incluidos en el pentatlón moderno (carrera, tiro, equitación, esgrima y natación, basándose en las habilidades que un oficial del ejército francés debía idealmente poseer), entre otras cosas y conocimientos. ¡Todo esto además de contar con excelentes modales, ser cosmopolita, inteligente, ingenioso, elocuente, sensible, valiente y honorable! Menuda tarea para cualquiera que aspire a ser ‘todo un Señor'. 

No se debe excluir la idea (elitista, napoleónica) de que 'se requieren tres generaciones para formar un caballero', es decir, que el haber nacido de uno ya conlleva cierta ventaja, pero es poco pretexto cuando el conocimiento, hoy más que nunca, está al alcance de todo el que lo busque, hasta en las mismas redes sociales y programas de streaming y en los scrollings que nos alienan. 

"El sueño del Caballero", de Antonio de Pereda (1650).

El caballero actual, sin embargo debe contar además con un grado aceptable de sensibilidad social, de conciencia ecológica y humanista, y desempeñar un papel diferente en cuanto a su lugar ante el avance de las mujeres en todos los campos, además de ejercer una paternidad más sensible y desde luego responsable, contar con un cuidado aspecto personal a todas las edades (y un cuerpo sano e idealmente ejercitado) y ser todo un profesional... Un hombre de amplias lecturas, viajes y producción intelectual para la prosperidad. Sobre todo, la educación de un caballero debe de hacer de este, según las palabras de Henry Peacham, "una persona provechosa y útil para su país", o lo que es lo mismo, contar con un propósito de vida que guié su proa hacía metas valiosas, honrosas y honorables.

Lamentablemente la educación actual está en decadencia y se encuentra muy alejada de este propósito de formación de hombres y mujeres de provecho. A veces solo alcanza para ver por los propios intereses y en ocasiones ni para eso; la educación del tipo que menciono arriba parece más un cuestión de suerte que de elección personal. 

Sin embargo, ya lo escribía Heráclito (540-480 B.C.) hace más de 2,500 años: “El contenido del carácter de un hombre es el que él mismo elige. Día tras día, sus decisiones, lo que piensa, y sus acciones son en lo que él mismo se convierte. Su integridad es su destino… es la luz que guía su sendero”.


Los Gentleman´s Pursuits, que se traducirían directamente como los intereses o búsquedas intelectuales de un caballero, son finalmente todos esos intereses intangibles por los que uno parte en búsqueda de la verdad, de aquellos placeres de 'fina conmoción intelectual' anunciados por Epicuro: la idea de querer saber de todo y hacer de todo, en el talante de un hombre del renacimiento, aprovechando el tiempo que nos queda antes de partir (tiempo cada día más valioso porque nos queda menos, sobre todo en tiempos tan inciertos como los que nos ha tocado vivir). Es hacerse la pregunta, sin duda de carácter estoico: ¿Cuánto tiempo dejaré pasar para que me convierta en lo que podría llegar a ser?

Le envío un saludo, compañero de viaje, que al llegar hasta aquí ha declarado sus intenciones. 

Xavier H. Castañeda
©

miércoles, septiembre 06, 2023

Libros para tiempos extraordinarios: la "e" genial

La textura del papel, el levísimo sonido de las hojas de un libro al pasar la página. La perspectiva de arrellanarse en el sillón con un libro nuevo... ese era yo.

El aroma de los libros viejos, de esos libros que ya tienen una vida, anterior a la tuya, que les hace aún más interesantes, como aquellas damas de cierta edad que con una sonrisa parecen revelar todo pero no revelan nada... ¿quién podría saber en qué lugares han reído antes, que ojos han visto todo de ellos? ¿Qué manos los han recorrido con amor? ¿Cuantas vidas han cambiado con su presencia?

O en cambio: el olor del papel nuevo, de la tinta recién estampada, el peso (de las palabras impresas). El tacto de esos libros encuadernados en tafilete, nervios en el lomo y corte de oro. O el del papel de ediciones rústicas pero de diseño esmerado, que no puedes esperar a leer. O el gusto de estampar mi ex-libris en algún libro recién comprado, para hacerlo verdaderamente mío, para ser leído por primera vez...

O la perspectiva de arrellanarme en el sillón favorito en una tarde lluviosa para sumergirme en la prosa (o el verso) de aquel libro largo tiempo buscado y por fin encontrado, un café espresso o single malt y un puro a mi lado... Ese lector era yo. Aún mejor, ese lector sigo siendo yo, pero con un pequeño añadido: el libro "e". Pero debo explicarme.

La "e" genial

Como lector voraz confeso que soy, la idea de los libros electrónicos siempre me atrajo desde que se les escuchó mentar por primera vez, hace varios años ya. Era la solución moderna a muchos "problemas lectores". Sin embargo, la idea de que estos sustituyeran a las páginas impresas me parecía ridícula. Era atentar contra la tradición, contra las bibliotecas, contra la búsqueda de una tarde en una librería, contra los aromas de papel y tinta en estantes de establecimientos modernos o muy antiguos, tal vez de nuestra ciudad o de otra en la que estamos sólo de paso; contra perderse ensimismado en una feria del libro, contra llegar a casa con una bolsa de libros nuevos, contra la felicidad del hallazgo en un librería de viejo, vaya, ¡contra todos los placeres de ser un lector!

Empero, la realidad es que hay ciertas consideraciones prácticas con respecto a los libros ahora llamados "impresos" (como si esto fuera algo que pudiera antes cambiarse); yo más que nadie disfruto de cada experiencia que los libros me ofrecen, pero en muchas ocasiones es casi imposible encontrar justo el libro que uno quiere o la edición que uno quiere, y cuando los hallamos tienen un precio muy elevado (aunque dicen por ahí que si un libro te parece caro no eres un verdadero lector...). En alguna ocasión, por ejemplo, quise comprar las obras completas de Enrique Jardiel Poncela, sublime irónico e hilarante escritor y dramaturgo español de principios del siglo pasado del que ahora se habla poco por sus circunstancias, pero de quien he disfrutado cada libro ('Espérame en Siberia, vida mía', 'La tournée de Dios´, 'Amor se escribe sin hache'). Se lo hice saber a mi entonces librero de cabecera y él hizo las diligencias: me consiguió una edición encuadernada en piel roja, ilustrada, corte de oro e impresos en papel cebolla que eran una delicia, cuatro tomos en una edición única, pero a un precio que hoy equivaldría a unos 400 euros (!). Ni que decir que los tuve que dejar pasar, con todo el dolor de mi corazoncillo de lector. Mi librero no tuvo problemas en venderlos, claro está: ya había compradores en fila. Y aunque siempre le he dicho a mi propio hijo que en lo que nunca hay que escatimar es en libros y en medicinas, todo, es verdad, tiene su límite.

Otro punto sobre los libros impresos es que a veces no existen ediciones de lo que uno desea leer: en alguna ocasión quise leer las obras completas de Giacomo Casanova (sí, el aventurero veneciano del siglo XVIII, a quien descubrí, más allá de sus lances eróticos, como un excelente narrador de aventuras y descriptor de los tiempos que le tocaron vivir), pero era imposible encontrar una edición en castellano ya que no se han traducido todos los tomos de su autobiografía... pero que al final pude leer en e-book en una muy buena traducción al inglés. En otro caso, me encontré conque las traducciones al español del Moby-Dick que tenía a la mano eran terribles... pero pude hallar la versión original de 1851 digitalizada en libro electrónico. Lo mismo pasó con la bibliografía completa de Ian Fleming: todos los libros de James Bond (lo que me motivó a escribir Huevos revueltos á la James Bond,  basándome en una receta del propio Fleming). Y pasó igualmente con otros muchos libros de los que ya no tengo memoria. El libro electrónico al fin es una maravillosa opción para quien gusta de verdad leer.


También es verdad, siempre se añora un buen libro recién comprado, pero como puede verse en la fotografía anterior, el hecho de tener un libro electrónico, en mi caso varios de los excelentes Kindle, de Amazon, nunca me ha detenido de comprar libros impresos, aunque siempre me encuentro con airadas opiniones en contra. Pero hay que mencionar que a lo largo de la historia siempre ha existido controversia y resistencia al cambio ante los formatos y las nuevas tecnologías; en tiempos de Jesús, el hecho de que el Nuevo Testamento se escribiera en pergamino y no en papiro como el Antiguo Testamento fue causa de conflictos ya que no sólo era un material diferente para escribir, sino también un nuevo formato: los papiros se almacenaban en rollos a diferencia de los pergaminos, que hacían uso de la novísima tecnología romana del códex, el primer libro encuadernado con páginas. En tiempos de Sócrates no se creía en la escritura como manera de preservar el conocimiento: esa era tecnología egipcia y por lo tanto extranjera, lo que los helénicos veían particularmente mal. El mismo caso se dio con el Buda y con Jesús. Y con Confucio. Ninguno de estos maestros escribió nada aunque sabemos que podían hacerlo, y en cambio fueron sus discípulos quienes decidieron utilizar tecnologías de punta (en su momento) para preservar sus enseñanzas.

Por otro lado, los libros electrónicos también tienen lo suyo:  la construcción de muchos de ellos es de alta calidad, hechos para durar y con materiales muy buenos; son dispositivos dedicados a la lectura, es decir, no son un iPad ni una tableta ni sirven para navegar las redes sociales; su llamada tinta electrónica se ve prácticamente como una hoja impresa, su pantallas no reflejan y se pueden leer en la obscuridad, pueden llevar un número enorme de libros en sus memorias, los más nuevos inclusive son resistentes al agua y el polvo, y cuentan con innumerables accesorios para su protección; los míos inclusive han tenido fundas de cuero hechas a medida que les dan un toque ciertamente muy elegante.

Pero lo más importante es la enorme y extensa oferta de títulos a la que se puede acceder a precios muy asequibles: la gran mayoría de las editoriales han reconocido el potencial del libro electrónico y cada día se publican más títulos en ambas versiones, la electrónica y la impresa, sin contar conque se puede descargar gratuitamente, en versión digital, cualquier obra editada antes de 1919 en sitios como Project Gutemberg de manera legal, ya que han vencido sus derechos de autor. Un libro electrónico es una simple descarga de datos, y al no utilizar insumos como papel o tinta, no tener que ser impreso ni necesitar de envíos y de tiradas, se pueden bajar sus costos y además contribuir a una menor destrucción del medio ambiente.

Otro detalle importante es, sobre todo hoy que vivimos en tiempos difíciles, estos de post-cuarentena COVID, la compra de un e-book se hace, repito, con una sencilla descarga electrónica que toma, a lo mucho, un par de minutos. Nada mejor para evitar contactos con el exterior o tiempos de espera mientras llega nuestro libro: todas las ventajas de la tecnología.

Yo mismo, al decidir publicar mi primera novela y entrar pláticas con un par de editoriales, me decidí finalmente a publicar en Amazon por la posibilidad de hacerlo en ambos formatos, el electrónico y el físico, y por el alcance y difusión mundial que la versión electrónica puede llegar a tener. 

Mi punto, querido lector, estimada amiga lectora, es que se puede tener lo mejor de ambos mundos, es decir, la fotografía no sustituyó a la pintura ni las motos a las bicicletas; las innovaciones tecnológicas hacen la vida más fácil, pero es difícil que sustituyan la experiencia, el gozo de las cosas que son perfectas en si mismas, como ya lo anunciaba Umberto Eco con respecto a la invención del propio libro, el original: "Los libros son esa clase de instrumentos que, una vez inventados, no pudieron ser mejorados, simplemente porque son buenos. Como el martillo, el cuchillo, la cuchara o la tijera." Los libros impresos nunca desaparecerán en tanto parte de nosotros, de nuestros sentimientos y experiencias, vivan en ellos, y puedo decir que una de las cosas en esta vida material de la que me siento más orgulloso es de mi biblioteca, la que heredaré a mi hijo como (espero) mi padre me herede la suya.

Pero si no ha probado nunca antes leer en un e-book, se lo recomiendo con toda seguridad. Lo que uno lee es la palabra escrita; el arte, la emoción o la pasión vienen de Shakespeare, de Cervantes o de Leo Tolstoi, y no del medio por el que se lee, y para estos fines los libros electrónicos (sí, también libros) son una invención genial.



Xavier H. Castañeda
©

Todas las fotografías son del autor.

viernes, diciembre 02, 2022

Elogio a la cultura (actual) del vino


Disfrutar de un buen vino con mejor compañía es, para aquellas personas que como yo disfrutan los buenos caldos en el momento adecuado, una verdad en sí misma.

¡El agua es para las ranas y para bañarse! – tronaba aquel viejo rocoso, como exigía su lugar de patriarca, don Mariano Aguinaga ante la petición de un vaso de agua por parte de mi madre, en ese entonces aún joven prometida de mi padre, esa lejana noche en la que él la presentara ante la familia de españoles con la que tenía cara relación y con la cual viviera tantos años en la Ciudad de México. Claro, en esa casa solo se bebía vino a la mesa. Pepe, uno de los hijos de don Mariano, y mi papá, eran compañeros de desventuras en la famosa Universidad Militar Latino Americana (UMLA) hoy extinta institución militarizada. Esa casa, en la cual si algo no faltaba eran libros, buena comida y vino, era entonces una verdadero refugio de paz ante los rigores de aquel internado militar. Con esa imagen, mi relación con los buenos caldos data de antes de ni siquiera tener mi pase de abordar... ni siquiera en lista de espera, vamos. En casa de mis abuelos se bebían vinos, como era costumbre; pero en casa de los Aguinaga era un estilo de vida, algo infaltable en una mesa de origen ibérico. Yo no conocí a don Mariano, pero sí supe de su carácter un poco irascible... Tal vez aquellos vinos, junto con la buena mesa y la zarzuela, eran lejana añoranza de una España largamente acariciada, una España que había dejado de existir después de la guerra civil; un país que aún era tan grande como para producir aquellos caldos pero que solo existía en su memoria.

Y así fue como mi padre supo de la importancia y el valor de los vinos, y fue así como yo a lo largo de los años aprendí de él el respeto a los venerables caldos nacidos de la tierra, nacidos con cuidados y criados con esfuerzo y sapiencia de siglos. Los vinos al fin no son solo fiel reflejo del terroir de donde provienen, sino también de los hombres y mujeres que los crean y los producen, de sus creencias y de sus capacidades. Bebida cultural al fin, la historia misma del vino es una rica fuente de historias y leyendas, y no podía ser de otra manera dado que el vino ha acompañado a la humanidad por más de siete mil años ya.

Hoy en día creo que estamos ante un inmejorable momentum del vino. Lo que decididamente era un placer de unos pocos (aquellos que podían procurarse vinos y los menos todavía quienes tenían una idea clara de lo bebían, placer de entendidos), ahora se ha democratizado. Es posible conseguir al día de hoy justo el vino que buscamos en los estantes de los comercios especializados y aceptables vinos para maridar nuestros alimentos del diario en el súper; en cualquier librería es posible encontrar también literatura sobre el tema, para no hablar de Internet, donde pedir un vino deseado o el libro necesario está a un par de clics de distancia. Prácticamente lo que dicta los que bebemos es el conocimiento que tenemos sobre ellos y la mucha o poca cantidad de dinero que pensemos gastar en nuestro placer diario, aunque, como ya escribí antes, la buena vida tiene que ver más con la cultura que con el dinero.

Este auge extraordinario de la cultura del vino de la que hablaba es un fenómeno relativamente reciente; si acaso un par de décadas atrás las cosas no eran ni por mucho lo que son hoy. Sin embargo, el momento actual de la industria del vino es el resultado de los profundos cambios que esta ha experimentado a partir de 1950; prácticamente toda la industria se ha regenerado incorporando desde profesionales especializados hasta innovaciones tecnológicas entre otras decenas de cambios, poniendo a tono este antiquísimo oficio con el momento actual y dejando atrás aquellos tiempos en los que una solo mañana de vendimia demasiado fría arruinaba añadas enteras. Aunque por supuesto siempre tomando como referente las grandes y venerables casas vinícolas, añejas instituciones, las cuales forman los pilares en los que la cultura del vino se ha mantenido a lo largo de los últimos siglos, la industria del vino ha adquirido independencia y autonomía económica sin precedentes, y en algunos casos, elevándose a categoría de arte. Esto no es, claro, la realidad en todos los casos, pero es la percepción de mucha gente dedicada a este negocio y de consumidores por igual. En fin, la industria del vino, profesional y riquísima, siempre ha existido; pero ahora mucha más gente en todo el mundo tiene acceso a sus productos y esta crece y se mejora a si misma año con año. Y así más gente lee sobre y consume mejores vinos, asiste a cursos de catas y conoce las reglas básicas de como beberlos. Y esto no es más que beneficioso para todos los que respetamos los buenos vinos.

A pesar de todo lo anterior, el vino sigue reteniendo buena parte de su aura de misterio y de exclusividad y yo creo que debe así debe ser; así como la seducción es el arte de no enseñarlo todo, el mundo del vino abre sus puertas solo a quien tenga deseos de dar a cambio parte de su tiempo en conocer más de ellos y de saber como apreciarlos como experiencia gastronómica, porque es claro que las retribuciones son mayúsculas: la cultura vinícola es capaz de proporcionar los más variados placeres y de estimular el refinamiento de los sentidos, y todos sabemos que un hombre o una mujer refinados son un bien para la humanidad porque así esta en posición de aportar algo a la cultura de su propio pueblo. Es en ese sentido que los buenos vinos, así como los puros y los sombreros panamá, no son para cualquiera. Es muy cierto todavía que el hecho de saber de vinos y su correcta elección es clara marca de la educación, posición social y refinamiento cultural de las personas.

Ahora bien, en México, la cultura del vino siempre ha existido, aunque reservada a casi nivel de secreto familiar traspasado de padres a hijos. En Casa Madero tenemos la casa productora más antigua de América y comprobamos con mucho gusto que los vinos de nuestro país son cada vez más premiados en todo el mundo, en ocasiones en mayor medida que vinos provenientes de países con mayores recursos tales como los EE.UU. y Alemania, como en el caso del ultimo Concurso Internacional de Bruselas. Todo un éxito. El panorama, como ya mencioné antes, ha mejorado mucho y se ve prometedor.

Pero al final de todo, la experiencia con los vinos se reduce a nuestra propia relación con ellos. Los vinos no son cosa sobre la que se tenga que discutir sino solo disfrutar, ya que solo la experiencia nos ha de dar a lo largo de los años lo necesario para entenderlo y apreciarlo en su totalidad. Y en eso mismo hay tantas variantes que se han escrito y se escribirán extensos tratados sobre el tema. Lo importante, creo yo, es aprender ciertas cosas esenciales y construir nuestro propio marco de referencia sensorial. Y permitir la guía y sugerencias de los verdaderos profesionales de la gastronomía, sommeliers y enólogos por igual. Es claro que los vinos encuentran su mayor expresión en cuanto se hermanan con excelentes facturas culinarias en perfecto maridaje, pero es muy cierto también que un gran vino en un mal momento y viceversa es una verdadera lástima, algunos dirían que un sacrilegio; por tanto a cada momento su vino y a cada vino su momento. La buena cocina y los buenos vinos son algunas de las pocas cosas que nos quedan para disfrutar sin prisas en medio de este mundo en el cual justamente las prisas y la dureza de la realidad nos son cercanas por su inminente uso práctico en la rutina diaria la una y la inmediatez mediática la otra. Nada supera el placer de un sencillo plato hecho por uno mismo maridado con un buen vino. Y puede ser algo que nos saque de la misma rutina diaria de llegar a casa y comer. Siempre hay que darse tiempo a uno mismo.

Para mí y en personalísima experiencia, los vinos me han dado algunos de los mejores momentos de mi vida; algunas de las mas largas y deliciosas conversaciones con mis padres, mis hermanos, mis amigos; nada supera la memoria de aquellos atardeceres en los atrios de las muchas iglesia en Cholula, Puebla, con mi amiga francesa Silvie, por ejemplo; tengo en definitiva grandes amigos, pero soy un hombre dado a tener excelentes amistades femeninas y con mis amigas, in vinum veritas, he realmente disfrutado de largas y profundas conversaciones sobre los más variados temas, y ellas han demostrado ser buenas conocedoras de vinos.

Con mi hermano también he pasado buenos momentos y vinos: comiendo pizza con Chianti sentados en la fuente de la Piazza de la Rotonda, frente el Pantheon, en Roma, o maridando con Marie en Burdeos.  Y qué decir del vino disfrutado en pareja: descubrir nuevas etiquetas, nuevas cepas, nuevas regiones y nuevas sensaciones en compañía de mi amada Tania, la mujer de mi vida, ha sido parte importante de nuestra relación, creciendo juntos y disfrutando de nuestra mutua compañía...  Al final, los vinos han sido excelentes y nobles amigos, y han formado parte de las cosas de mi vida que jamás olvidaré. 

La idea principal que tengo sobre escribir sobre vinos en este blog ha sido la de compartir lo poco o mucho que he aprendido sobre estos, en el interés de que principalmente mis amigos y conocidos tengan en este una referencia sobre los vinos que he probado y mis sugerencias, además de algunos consejos que puedan serles útiles. Espero que así sea, pero además de ello, quiero compartir los momentos más increíbles vividos en compañía de los buenos vinos. He llegado a descubrir que “In Vinum Veritas” (en el vino está la verdad) es toda una declaración de intenciones, y hay que estar a la altura de las circunstancias. Aunque disfrutar de un buen vino con mejor compañía es, para aquellas personas que como yo disfrutan los buenos caldos en el momento adecuado, una verdad en si misma...

Xavier H. Castañeda

sábado, noviembre 26, 2022

For Ian Fleming Readers' Eyes Only

"Ian Fleming's James Bond: The Illustrated 007 by Brian Berkley"

Supporting Mr. Brian Berley shameless self promotion, I'm now posting a superb illustrated James Bond video by Mr. Berley, just as Ian Fleming may have envisioned his literary 007 and comprehensible only to those who have taken on the mission of reading the whole original novel series by Ian Fleming: a book of illustrations of which I'm a enclosing a sample below. Sadly, the owners of the James Bond brand (so to speak) shut down the whole (superb) work of Mr. Berley, so I can only post what´s available for free on the web; nevertheless it´s worth the viewing! 

Check my own take on James Bond's spy world at "Huevos revueltos à la James Bond" (in spanish) "Scrambled Eggs à la James Bond". Enjoy.



domingo, agosto 08, 2021

El Sombrero Panamá

Sombreros Fedora  de Paja Toquilla,  Panamá Montecristi 
El clásico sombrero Panamá, elegancia veraniega... 

No se engañe, estimado lector, un sombrero Panamá es "el no va más" de la elegancia veraniega, y quien quiera pasar por bien vestido durante esos duros meses de calor no debe dejar de usar el clásico sombrero Panamá hecho a mano en el poblado de Montecristi, Ecuador (su verdadero lugar de origen), y tejido con paja toquilla. (¿Cual es la alternativa? ¿Una gorra de baseball?).

Claro que se requiere de una dosis de buen gusto y una pizca de seguridad en uno mismo. Pero nada  más edificante para todo Gentleman que se precie de serlo que ir por ahí sabiendo que lo que usa es Lo Correcto. Escoja usted el modelo 'Fedora', que es la copa más elegante (al estilo de los caballeros de los años treinta), y de ala ancha. Existen otros formatos de corona, el 'Habana', el 'Plantation' y el 'Copa Óptima', pero ninguno de estos se ve tan naturalmente adecuado para toda ocasión que el de copa 'Fedora'. Adicionalmente, en los países y lugares donde siempre hay calor, portar un sombrero Panamá puede hacerse durante todo el año. Su elegancia siempre será bien vista además de ser verdaderamente útiles.

Sombreros Fedora  de Paja Toquilla, Panamá Montecristi 





La historia del sombrero Panamá es por demás interesante y existen varias versiones sobre sus orígenes. Grandes personajes de la historia han usado sombreros Panamá, pero entre los primeros en adoptarlo podemos mencionar a personalidades como  Theodore Roosevelt, Napoleón III y Eduardo VII, entre otros importantes.
Mis sombreros más recientes los he adquirido en la tienda on-line Panama Hat Shop la cual ofrece buena calidad y buen servicio (modelos que puede usted observar en las fotos que acompañan este artículo). Los sombreros pueden enviarse a cualquier parte del mundo.

Dos consejos: no vaya usted a cometer el error de comprar un sombrero hecho de tela (competencia china que amenaza la producción ecuatoriana), ni a comprar un sombrero de ala corta, de esos que se pusieron de moda últimamente entre los más jóvenes, llamado 'de músico' (parecerá usted efectivamente un músico mal pagado y de mal gusto, que me perdonen los modistos a la última).

El aútentico sombrero Panamá esta hecho en Ecuador, de preferencia en el poblado de Montecristi, y es tejido a mano por artesanos (ya sea el que adquiera usted en Londres o en Nueva York). Por otro lado la calidad del tejido anuncia su precio, ya que entre más cerrado el tejido más laborioso es su fabricación, por ende su precio será mayor. Un sombrero de buena calidad debe al menos tener unos 400 tejidos por pulgada cuadrada, llegando hasta los 1200 tejidos por pulgada cuadrada. No deje de permitirse el mejor sombrero que pueda adquirir. Y no olvide que, como dice Berndhard Roetzel en su libro "El Caballero", "el sombrero Panamá no es para cualquiera"...

Anthony Hopkins en "Hannibal"
Anthony Hopkins en "Hannibal"

Anthony Hopkins en "Hannibal"









Por F. Xavier

http://en.wikipedia.org/wiki/Panama_hat
http://www.panamahatshop.com/es/index.htm
http://www.ecuadorianhands.com/-i-30.html
http://www.panamahatshop.com/es/history.htm

jueves, abril 15, 2021

Memento Mori: Vanitas

The Danaides, C.1903 John Waterhouse (1849-1917) 

En la mitología griega, las Danaides, las 50 hijas de Dánao, hermano de Egipto, fueron condenadas en el Hades a verter eternamente agua dentro de una vasija agujereada, una empresa por siempre fútil. 

Mientras veía las terribles imágenes del incendio de la catedral de Notre-Dame en París, hace ya más de un año, no pude dejar de preguntarme si había algo en este mundo que verdaderamente fuera inamovible, perenne, intocable.

Al observar aquel icono de la ciudad de París destruirse en tiempo real, justo hace dos años ya, un monumento que data del siglo XI y que sobrevivió innumerables eventos de la historia, incluyendo la revolución francesa, el sitio y posterior ocupación de París por las tropas del Reino de Prusia, y más recientemente dos horrendas Guerras Mundiales en el siglo pasado, incluyendo la ocupación de las tropas Nazis de la capital - un monumento que uno creía que siempre estaría ahí -, el sentimiento era de tristeza, primero, al ver destruirse a esa vieja amiga, pero también de soledad: vimos cómo la historia se desarrollaba frente a nuestros ojos y nuestra propia insignificancia se revelaba. Y hoy, en paradójica similitud, estamos inmersos en una crisis de salud que no parece tener fin cercano. Nada es seguro, nada es sagrado, lo podemos perder todo en unos segundos - In ictu oculi -, y aún así existen personas que se empecinan en vivir una vida superficial, muchas veces inútil, y con su superficialidad también revelando su irresponsabilidad, poniéndonos en riesgo a todos los demás al no seguir las más lógicas y razonables recomendaciones de seguridad de no salir a la calle si no es absolutamente necesario y de utilizar un cubre bocas que evite una mayor propagación del espantoso Covid-19. Somos la sociedad más avanzada de la historia, ¿no es así?


Este sentimiento de zozobra, de futilidad de la existencia, sin embargo, no es nuevo. A nuestra generación (a la mayor parte de la humanidad pretendo decir, no quiero pecar de fatuo ni de insensible), no nos había tocado hasta ahora la mala suerte de vernos inmersos en acontecimientos mundiales que nos afectaran a todos en general, pero sin duda todos tenemos nuestra parte de sufrimiento al vernos ante sucesos que nos chocan emocionalmente en nuestra vida diaria, y ni qué decir de todas aquellas personas que lamentablemente han perdido a  alguna persona cercana o muy querida.

Tal era el sentimiento de vacuidad, de inutilidad de vivir, que los hombres de los siglos posteriores al Renacimiento sentían, a juzgar por el arte que ha llegado hasta nuestros días.

Vanitas Still Life, ca. 1650; Hendrick Adriessen (1607-1655)
Si durante el siglo XVI  el sentimiento era de apertura ante lo que la vida y el pasado podía ofrecer en el desarrollo personal, la expansión de la ciencia y del conocimiento, de extroversión, este pronto se vería reemplazado por sentimientos de inseguridad y miedo ante las crisis que se desarrollaron en esa época posterior, ante el derrumbe de su concepción del mundo.  A este periodo de inestabilidad y de conflicto general que caracterizaría a Europa primero y al mundo entero después (la Guerra de los Treinta Años, la caída del Imperio Español, la inflación rampante causada por la explotación y posterior exportación de los recursos del Nuevo Mundo a Europa y el terrible sufrimiento humano que esto causó) varios historiadores han nombrado como el periodo de la Crisis General, o el de Crisis del Siglo XVII.

"In Ictu Oculi" ('En un abrir y cerrar de ojos'), C.1670, Juan de Valdés Leal
Desde el punto de vista histórico pareciera que solo afectaría al continente europeo, pero debido a la influencia que este ejercía a nivel global, esta crisis llegó hasta los puntos más alejados de su geografía.  En el contexto cultural, ese sentimiento de zozobra se puede palpar en el genero pictórico de Vanitas, a  su vez una categoría particular del género del Bodegón, ambos géneros característicos del periodo histórico del Barroco, que afectó a todas las expresiones del arte. El término en latín Vanitas tienen aquí un significado dual: es tanto vanidad como vacuidad, al mismo tiempo tanto vano como inútil.

"El Sueño del Caballero" (o "Desengaño del Mundo"), C. 1650; Antonio de Pereda
Este genero sombrío y ciertamente moralizante muestra elementos altamente simbólicos que representan la fragilidad de la vida ante la muerte como certeza, es decir, la vacuidad de los objetos, los logros materiales y los logros personales cuando nos volcamos hacia ellos. Desde mi punto de vista es inútil vivir pensando en lo que no tenemos y queremos conseguir, cuando sabemos que en algún momento dejaremos de existir;  sencillamente no disfrutamos lo que tenemos, y cuando alcanzamos aquello que deseábamos, algo más viene a reemplazar ese deseo: el objeto, el logro, cambia; el deseo no. 

De lo único que podemos estar ciertos, sin embargo, lo único que realmente tenemos, es el ahora y lo que podemos tocar con nuestras manos y sentir en este momento. El pasado no existe, tampoco el futuro. Es aquí y ahora: al final la fama, la gloria y las riquezas terrenales de nada nos habrán servido.

"Naturaleza Muerta con Vanitas", C.1663. Pieter Boel.
En estas piezas pictóricas altamente alcanzadas se muestran elementos de riqueza, sabiduría, belleza o ciencia, alturas de una humanidad sujetas al tiempo y la muerte, y entre las influencias simbólicas podemos destacar tres: el pasaje bíblico de Eclesiastés Vanitas vanitatum omnia vanitas, el concepto de Memento Mori, y el de Tempus Fugit. Los tres conceptos, "vanidad de vanidades, todo es vanidad", "recuerda que vas a morir" y "el tiempo vuela", nos remiten a la idea de la relatividad de la existencia del hombre. 

"Soldado Muerto", C.1630, Escuela Napolitana 
Yo no, querido lector, lectora, he deseado agregar pesar a los eventos de nuestros tiempos, más bien he querido mostrar que los símbolos de antaño parecen ser los mismos de ahora; sin embargo hoy, a más de 300 años de distancia y cuando asistimos a catástrofes culturales e históricas como el incendio de la Catedral de Nuestra Señora de París, y de crisis sanitarias y muy probablemente económicas a nivel mundial, podemos usar estas imágenes como recordatorio de nuestra existencia temporal e intentar vivir una vida más plena aún cuando nada parece ser sagrado; sirva este recordatorio para tratar de vivir una vida menos superficial y más enfocada en lo realmente importante, sobre todo cuando hoy, en medio de una pandemia que nos afecta y nos afectará de formas insospechadas, vemos revelarse el verdadero carácter de  las  personas que nos  rodean, paradójicamente, en esta aldea global. 

F. Xavier
©

jueves, junio 04, 2020

La Recomendación Semanal: #alllivesmatter

Foto: Aljazeera / Adam Berry/Getty Images

En los últimos días hemos visto la reacción mundial al horrendo asesinato a sangre fría de un hombre afroamericano, George Floyd, a manos de la policía de Minneapolis, Minnesota, EE.UU., filmado en el momento en que sucedía y a las claras con la mentalidad de total impunidad por parte de los oficiales (de raza blanca), evidenciando el abuso sistemático por parte de los departamentos policiales estadounidenses hacia las minorías de otra raza que no sea la blanca, con las consecuencias de tumulto social que el hecho absurdo ha causado en la propia sociedad norteamericana, que ya está harta, y con mucha razón. 

Fuente: Facebook
Y realmente no podemos extraernos a ello, aunque pensemos que no nos incumbe o que son problemas de otro país; la realidad es que no podemos hacer como si no pasara nada. No solo #blacklivesmatter sino cada vida vale para cualquier persona con rastros de humanidad en su alma. ¿Qué más tiene que pasar para que ese país entienda que la suya es una sociedad quebrada, que es un experimento social fallido, si continua sin atender sus más oscuras facetas, sobre todo la del racismo histórico y sistematizado? 

Tal vez no nos incumbe. Lo que si nos incumbe es el propio espectro del racismo, esa mala palabra que arrastra consigo el estigma de ser la mentalidad causante de cientos de años de miseria y atrocidad humana. El racismo es el monstruo sediento de odio al cual las mentes más perversas (e.g. Donald Trump) invocan a la hora de querer dañar a tal o cual grupo humano antagonista, incitando un odio fabricado, basado en estúpidas ideas de absurda superioridad genética, cómo si no fuéramos iguales por dentro, como bien dice mi padre cirujano. 

Fuente: Facebook
Eso sí nos incumbe. Pero si uno no es norteamericano, tal vez nos incumbe más lo que sucede en nuestro propio país, sea de donde se fuere. Por sencillo ejemplo, en México el racismo es un tema del que no se habla pero que está presente en todo momento; en la calle, a la hora de contratar a alguien o no, en las expresiones de cierta gente al ver a un recién nacido ("¡salió blanquito!"), o la expresión del padre de un amigo que les decía a sus hijos "no se casen con prietas" (refiriéndose a la piel morena; mi amigo sí se casó con una "prieta"), o la expresión de "la mona, aunque se vista de seda...", dicho con envidia al observar el buen gusto o el estilo de alguien diferente pero no por ello menos; o cuando alguien inocentemente comenta que tal cual persona, al conducir su nuevo auto de lujo, pasará por el lavacoches que lo ha llevado a dar una vuelta, o los incidentes en los cuales estudiantes de doctorado son echadas de restaurantes al ser confundidas por vendedoras ambulantes, o en las caras y estilo de vida de los modelos de la publicidad masiva; o el uso de la expresión "naco" (junto con otras muchas más), una palabra que ha evolucionado para incluir la denominación de personas de baja extracción social, pobre educación y piel morena... En fin, nuestra sociedad también tiene mucho camino que recorrer: #alllivesmatter.

Por eso les recomiendo, mi también consternado lector, lectora, que consiga el mejor libro de historia de su país para que le ayude a entender la razón de los fenómenos observables en su sociedad en la actualidad, incluyendo el racismo y otras bestias, en un intento de sumergirse más profundamente en el tejido subyacente de esa sociedad en la que vive. Historia magistra vitae, la historia nos enseña lo que se hizo y lo que pasó, y lo que tal vez se deba hacer para no repetir las mismas estupideces. Sólo así podremos estar en condiciones de aportar bien a nuestra sociedad, como hombres y mujeres de mentalidad superior que somos; nada pasará compartiendo hashtags e indignándonos en privado.

No se deje llevar por un sentimiento noble pero mal encausado: lo que sucede en EE.UU. es intolerable, pero fije su mirada más cerca de casa. Haga algo al respecto. 

Aquí entonces, mi recomendación semanal:

Historia General de México. Versión 2000. / Daniel Cosío Villegas / Publicaciones del Colegio de México




Otras recomendaciones:

EL PESO DE LA SANGRE. LIMPIOS, MESTIZOS Y NOBLES EN EL MUNDO HISPÁNICO
Bernd Hausberger

LA SOCIEDAD NOVOHISPANA: ESTEREOTIPOS Y REALIDADES
Solange Alberro

domingo, abril 07, 2019

jueves, abril 04, 2019

Carta de Gustave Flaubert a Iván Turguéniev

Flaubert por Euegéne Giraud

Croisset, Rouen
Miércoles, 13 noviembre de 1872

"Su última carta me ha enternecido, mi buen Turguéniev. Gracias por sus exhortaciones, pero ¡ay, me temo que mi mal es incurable! Aparte de mis motivos personales de aflicción (la muerte, en tres años, de casi todas las personas que yo quería), el estado social me abruma.- Sí, así es. Quizá sea tonto. Pero es así. 

La Estupidez pública me desborda. Desde 1870 me he convertido en un patriota. Al ver como mi país se hundía, me he dado cuenta de que le amaba. Rusia puede desmontar sus fusiles. No necesitamos de ella para que nuestro país muera.

El desconcierto de la Burguesía es tal, que ni siquiera tiene el instinto de defenderse.- Y lo que venga será peor. Tengo la misma tristeza que tenían los patriotas romanos en el siglo cuarto. Siento ascender del fondo de la tierra una irremediable barbarie. Espero haber reventado antes de que esa barbarie se lo haya llevado todo. Pero, mientras tanto, no es muy divertido. Nunca los intereses del espíritu han importado menos. Nunca el odio a cualquier grandeza, el desdén por lo bello, la aversión, en fin, a la literatura han sido tan palpables.

Siempre he procurado vivir en mi torre de marfil. Pero una marea de mierda bate ahora sus muros hasta el punto de derrumbarla. No se trata de política, sino del estado mental de Francia. ¿Ha leído la circular de Simon relativa a una reforma de la instrucción pública? El párrafo dedicado a los ejercicios corporales es más largo que el que se refiere a la literatura francesa. Todo un síntoma.

En fin, mi querido amigo, si usted no viviera en París, pondría inmediatamente mi piso a disposición del casero. Si he seguido hasta ahora con él, es sólo por la esperanza de poder verle alguna vez.

No puede charlas con nadie sin encolerizarme y todo lo que leo sobre la actualidad me enfurece. Estamos arreglados. -Lo que no me impide preparar un libro en que procuraré escupir bilis. Querría charlar con usted. Como ve, no me dejo ganar por el desaliento. Si no trabajara, acabaría arrojándome al río con una piedra al cuello.- 1870 ha enloquecido a mucha gente, ha vuelto a muchas personas imbéciles o enragés. Yo soy de los últimos. Yo estoy en esta última categoría. Esto es lo verdadero.

Supongo que tengo aburrida a la excelente señora Sand por mi mal humor. Hace tiempo que no oigo hablar de ella ¿Cuándo se representa su obra de teatro? ¿A principios de diciembre, quizá? En esa época espero hacer a usted una visita. Hasta entonces, procure soportar esa gota, mi pobre querido amigo, y crea en mi afecto."

Su
Gve. Flaubert

Turguéniev por  Repin, C. 1879




















Carta tomada del libro: Flaubert - Turguéniev: Correspondencia. Mondadori. Introducción y notas de Alexandre Zviguilsky. Traducción de Danielle Lacascade y Francisco Díez del Corral