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domingo, octubre 22, 2023

Lo que todo Caballero debe saber

Pierre Sériziat, C. 1795, Jacques-Louis David

¿Qué son exactamente los mencionados 'Gentleman's Pursuits' del título de este blog? ¿Por qué está escrito en inglés y no en español? 

Sentados ante un café y una laptop de por medio, mi buena amiga Claudia me preguntaba el porqué el nombre de mi blog The Gentleman's Pursuits estaba en inglés y no en castellano, señalando que, aun sabiendo su traducción, ella hubiera preferido un término dirigido a una audiencia hispanoparlante. 

- ¿Por qué no en español? - Me miró con en esa sonrisa tan suya, mezcla de curiosidad y pequeño reclamo.

Meditándolo un par de segundos en silencio, tras un sorbo de mi espresso, contesté:
 
- Hay, sin duda, un término equivalente en castellano. Pero tal vez quise dotar a mi blog de cierto sentido más amplio en cuanto a los temas que trataría. Fue una pequeña licencia de mi parte para hablar de otras cosas que no fueran solo de vinos y de objetos; es decir, hablar de otros intereses cultos e intangibles, quizás al estilo del ideal del Gentleman británico decimonónico. Una licencia ambiciosa, sin duda, porque pienso que para escribir sobre esto primero hay que vivirlo - respondí, dando otro sorbo a mi café con la mirada puesta en el piso de madera. 

Más tarde, sentado ante mi escritorio, pensé cómo explicarlo mejor: se trata simplemente de aprovechar el tiempo que se nos ha concedido en este mundo para convertirse en la mejor versión de uno mismo. 

Aprovechar nuestro tiempo en esta tierra, que de un instante a otro todo puede cambiar. In ictu oculi de Juan de Valdés (1672)

Aunque es cierto es que el mencionado Gentleman decimonónico ya no existe (no se diga ya del ideal del Virtuoso de Lord Shaftesbury, aun más raro), es decir, en su  espíritu y ambiciones, víctima del paso del tiempo y sobre todo de la televisión primero, y de las redes sociales y programación en streaming a últimas fechas y del infame scrolling a golpe de algoritmos, los cuales a fuerza de horas de poner la mente en neutral viendo pantallas y posts nos taladran e incrustan, incluso desde niños pero sin dejar de lado las mentes adultas, modelos a seguir que no solo con frecuencia vulgares y superficiales sino además no tienen la mínima calidad moral en la mayoría de los casos, con sus muy honrosas excepciones). Empero, también es cierto que hoy en día se puede ser "un caballero" si uno decide serlo, o lo que es lo mismo, se es caballero - o dama - por elección.

Con todo, ahora más que nunca se requiere de esos hombres y mujeres de valor. El ideal del ‘Gentleman-Gentilhomme-Caballero’ es deseable como individuo ya que con su espíritu, conocimiento e idealismo lanza a la humanidad hacía adelante, como todos los espíritus escogidos de los que se ocupa la historia (que no de los hombres mediocres a como lo anuncia José Ingenieros en su célebre El hombre mediocre).

Robert de Montesquiou por Paul Troubetskoy

Aunque la palabra ‘Gentleman’ tiene su equivalente en el español como ‘Señor’ (en el sentido de ‘Don José es todo un señor’, ya que la palabra ‘caballero’ denota más la idea de buenos modales en el trato hacia las mujeres - y prójimos - es decir, un sentido de ‘caballerosidad’: ser ‘todo un señor’ incluye también ser caballeroso), el ideal del ‘Gentleman Británico’ y el ‘Gentilhomme Francés’ surge a partir del desarrollo de las sociedades cortesanas europeas a partir del siglo XVII, la cual exigía una cultura de etiqueta, formalidad y trato ‘educado’ como un código de conducta establecido. Este código incluía naturalmente el concepto de los buenos modales (‘manners’, ‘maniera’) en el trato hacia los demás, pero también exigía, para triunfar en estas sociedades, un grado de cosmopolitismo, inteligencia, bien hablar, humor, sensibilidad, valor, honor y carácter. 

Así mismo esta idea era descendencia directa del ideal del hombre renacentista del siglo XVI; el individualismo y el deseo de hacer y saber de todo. De esta manera, y como afirmaba el Filosofo Dietrich Schwanitz, ‘La formación cultural se fundía con la cultura social’. Un hombre al fin de aficiones y aspiraciones renacentistas.

Baldassare Castiglione, autor de Il Cortesano (1528).

Baldassare Castiglione en su célebre "El cortesano" (título que muy bien podría trasladarse al moderno término de El Gentleman), describe justamente ese ideal del caballero renacentista, curioso del mundo y de la elevación del ser humano como centro del universo: el caballero perfecto debía saber de todo y de todos, ciencia y arte; debía contar con un físico que buscara el ideal grecorromano (¿el canon del hombre perfecto de Policleto? ¿La proporción física natural perfecta de los Bronces de Riace?), el trato educado y amable, savoir-faire social y elevadas miras, todo ello hecho sin aparente esfuerzo, con naturalidad, desenvoltura y gracia, un concepto luego conocido como Sprezzatura término en el libro incluido y que hoy refiere más a vestir bien y con elegancia en el mundo de la sartoria, aunque si perder del todo su origen. Aún hoy el ideal italiano de La Bella figura (verse bien y comportarse bien en sociedad), debe mucho a ese antecedente renacentista. Así, todo hombre que aspire a ser un caballero deberá ver en El Cortesano la piedra angular de su partida en este viaje, tortuoso pero pleno de satisfacciones, aunque sirven como advertencia dentro del propio texto las palabras de Ludovico Pío: "Pienso que no se podrá hallar vaso donde quepa todo lo que vos queréis echar en este Cortesano". Pero, como en tantas cosas de la vida, el placer esté en el camino y ciertamente no en el destino. 
 
Reconstrucción en bronce del Doryphoro de Policleto (450 a.C.)
¿Pero qué sucede hoy en día? ¿Es cierto que ‘ya no hay caballeros’, como se quejan la mayoría de las mujeres? 

Tal vez sea cierto que los buenos modales hagan falta en estos días, pero basta también ver los cambios en los programas educativos para darse cuenta que mucho ha cambiado en el alcance y calidad de los intereses que perseguimos, además de que debemos participar de una nueva concepción del papel del hombre en una sociedad más incluyente y diversa. 

No me gusta decirlo, pero una generación de hombres que pasa hora tras hora viendo memes, posts de jovencitas escasamente vestidas en Instagram (o el peor de los pecados intelectuales: pagando dineros en OnlyFans), o sumergiéndose en teorías conspirativas en Facebook (de la más fragante estupidez), o videos de YouTube absolutamente intrascendentes, o que pasan días enteros jugando videojuegos, tendrá muy poco tiempo de perseguir otros intereses más elevados. 

Podría decir incluso que esa "epidemia de estupidez" que sufrimos anunciada por don Arturo Pérez-Reverte, es una grave afrenta al proceso de civilización humana a como la describe Norbert Alias en su magnífico El proceso de la civilización, lectura que recomiendo con entusiasmo a quien desee entender sobre esto. 

Le Cercle de la Rue Royale, de James Tissot (1680).

Contrastemos lo anterior con la educación de un Gentleman de antiguos tiempos: esta incluía la adquisición de conocimientos sobre matemáticas (y ciencias en general), filosofía, latín, música culta, ópera, geografía, literatura, poesía, historia, arquitectura, pintura, astronomía y leyes, además de política y conocimiento de estado geopolítico del mundo. Y no solo eso, un caballero debía saber también de vestido, comida, práctica de deportes tales como los incluidos en el pentatlón moderno (carrera, tiro, equitación, esgrima y natación, basándose en las habilidades que un oficial del ejército francés debía idealmente poseer), entre otras cosas y conocimientos. ¡Todo esto además de contar con excelentes modales, ser cosmopolita, inteligente, ingenioso, elocuente, sensible, valiente y honorable! Menuda tarea para cualquiera que aspire a ser ‘todo un Señor'. 

No se debe excluir la idea (elitista, napoleónica) de que 'se requieren tres generaciones para formar un caballero', es decir, que el haber nacido de uno ya conlleva cierta ventaja, pero es poco pretexto cuando el conocimiento, hoy más que nunca, está al alcance de todo el que lo busque, hasta en las mismas redes sociales y programas de streaming y en los scrollings que nos alienan. 

"El sueño del Caballero", de Antonio de Pereda (1650).

El caballero actual, sin embargo debe contar además con un grado aceptable de sensibilidad social, de conciencia ecológica y humanista, y desempeñar un papel diferente en cuanto a su lugar ante el avance de las mujeres en todos los campos, además de ejercer una paternidad más sensible y desde luego responsable, contar con un cuidado aspecto personal a todas las edades (y un cuerpo sano e idealmente ejercitado) y ser todo un profesional... Un hombre de amplias lecturas, viajes y producción intelectual para la prosperidad. Sobre todo, la educación de un caballero debe de hacer de este, según las palabras de Henry Peacham, "una persona provechosa y útil para su país", o lo que es lo mismo, contar con un propósito de vida que guié su proa hacía metas valiosas, honrosas y honorables.

Lamentablemente la educación actual está en decadencia y se encuentra muy alejada de este propósito de formación de hombres y mujeres de provecho. A veces solo alcanza para ver por los propios intereses y en ocasiones ni para eso; la educación del tipo que menciono arriba parece más un cuestión de suerte que de elección personal. 

Sin embargo, ya lo escribía Heráclito (540-480 B.C.) hace más de 2,500 años: “El contenido del carácter de un hombre es el que él mismo elige. Día tras día, sus decisiones, lo que piensa, y sus acciones son en lo que él mismo se convierte. Su integridad es su destino… es la luz que guía su sendero”.


Los Gentleman´s Pursuits, que se traducirían directamente como los intereses o búsquedas intelectuales de un caballero, son finalmente todos esos intereses intangibles por los que uno parte en búsqueda de la verdad, de aquellos placeres de 'fina conmoción intelectual' anunciados por Epicuro: la idea de querer saber de todo y hacer de todo, en el talante de un hombre del renacimiento, aprovechando el tiempo que nos queda antes de partir (tiempo cada día más valioso porque nos queda menos, sobre todo en tiempos tan inciertos como los que nos ha tocado vivir). Es hacerse la pregunta, sin duda de carácter estoico: ¿Cuánto tiempo dejaré pasar para que me convierta en lo que podría llegar a ser?

Le envío un saludo, compañero de viaje, que al llegar hasta aquí ha declarado sus intenciones. 

Xavier H. Castañeda
©

sábado, noviembre 26, 2022

For Ian Fleming Readers' Eyes Only

"Ian Fleming's James Bond: The Illustrated 007 by Brian Berkley"

Supporting Mr. Brian Berley shameless self promotion, I'm now posting a superb illustrated James Bond video by Mr. Berley, just as Ian Fleming may have envisioned his literary 007 and comprehensible only to those who have taken on the mission of reading the whole original novel series by Ian Fleming: a book of illustrations of which I'm a enclosing a sample below. Sadly, the owners of the James Bond brand (so to speak) shut down the whole (superb) work of Mr. Berley, so I can only post what´s available for free on the web; nevertheless it´s worth the viewing! 

Check my own take on James Bond's spy world at "Huevos revueltos à la James Bond" (in spanish) "Scrambled Eggs à la James Bond". Enjoy.



jueves, julio 30, 2020

Intenciones o ¿de qué va este blog?

Cercle de la Rue Royale, por Tissot
¿De qué va este blog? La respuesta rápida es que The Gentleman's Pursuits se trata sobre vivir bien... Toda una declaración de intenciones.

¿Qué significa para ustedes, mis únicos y sinceros lectores, "vivir bien"? ¿No es, quizás, vivir en paz y con la posibilidad de desarrollar sus capacidades plenas? ¿No es poder disfrutar de las cosas que nos hacen sentir bien, de hacer las cosas que nos venga en gana hacer y como las queremos hacer? 

"Amarga es ya mi vida, ¿para qué quiero amargo mi café?"

Era una señora rocosa, sencilla, un poco hosca, nuestra nana, doña Andrea, pero nos transmitió a mis hermanos y a mí cierta alegría de vivir, de comer bien y sabroso, y también, claro, nos enseñó a tomar café. Sin embargo los cafés que ella preparaba eran extremadamente dulces, lo cual a mí realmente no me gustaba; pero si uno preguntaba porqué le ponía tal cantidad de azúcar ella respondía justo eso: "amarga es mi vida, ¿para qué quiero amargo mi café?", con una sonrisa. Muchos años después caí en la cuenta de que en cierta forma, a pesar de haber tenido una vida difícil, ella creía que valía la pena disfrutar las cosas que le gustaba hacer, cosas sencillas de todos los días, pero que le daban felicidad... Bastantes cosas, solía decir ella, nos amargan la vida como para vivir amargados en privado también.

Y nada más cierto en este siglo, el de la información. Cómo ya lo escribí antes, el (evitable) embate de las redes sociales y de los medios en general, debo decir, nos hace vivir mil vidas trágicas al hacernos sufrir diariamente con todo lo terrible que le pasa al mundo desde nuestras pantallas, ya sea las del televisor o las de los dispositivos móviles. Con todo, vivir bien no se trata de vivir aislado, en una burbuja, o en nuestra columna de marfil: como ya lo decía Gustave Flaubert en la carta a su amigo Iván Turguéniev, con su celebre frase al respecto ("Siempre he procurado vivir en mi torre de marfil. Pero una marea de mierda bate ahora sus muros hasta el punto de derrumbarla."); las tragedias de la realidad, la corrupción, la miseria, la violencia o la vulgaridad han estado ahí siempre y en cualquier época.

Vivimos en un precario balance que, como vemos hoy en día con la pandemia que estamos sufriendo la humanidad, en cualquier momento corre el riesgo de derrumbarse.

El problema de nuestro tiempo es la inmediatez de su presencia y la constante exposición al ciclo de noticias negativas 24/7, lo que ya llegó a un grado exasperante. Esto sin duda nos afecta en nuestro bienestar emocional, acorralándonos en un estado continuo de ansiedad y zozobra: de hecho, de acuerdo a algunos psicólogos, la exposición continua a noticias negativas y violentas puede causar efectos psicológicos a largo plazo, más allá de sentimientos simples de desaprobación o pesimismo.

En defensa del ideal del caballero (o la dama) cultos
Hoy en día, querido lector, lectora, los valores de la cultura, la belleza, la filosofía, la sabiduría, y del conocimiento de la historia parecen estar bajo ataque. En esta era de apariencias de Instagram lo banal y lo superficial parecen ser el ideal a alcanzar. Hombres y mujeres también parecen menguar en carácter y peso intelectual, y escribo "parecen" porque existen notables excepciones, pero es, como mínimo, interesante desde el punto de vista sociológico observar la levedad de espíritu que marca nuestro siglo; en una época donde ahora como nunca antes tenemos acceso gratuito e irrestricto a todo tipo de información, la mayor parte de la humanidad tiende a la estupidez, a lo vulgar. No consideren lo que digo, mis amigos, como algo elitista, todo lo contrario: cómo uno de tantos ejemplos, existen bibliotecas y universidades públicas, es decir, conocimiento accesible a todos, desde hace varios siglos; es sabido que quién desee superarse puede hacerlo a través del esfuerzo y el estudio, pero para eso hace falta voluntad, como ya antes lo ha dicho Victor Hugo.

'Polymath'. MASA/Breed London
En cambio, un hombre o una mujer con conocimientos, ideas, espíritu, voluntad, carácter, cultura y sobre todo, sana ambición y propósito de vida, de mentalidad superior, es capaz de aportar a sus semejantes valor real y tangible, humanidad al fin, cosas nada baladís para la sociedad. Solo una persona que está consciente de los altos vuelos intelectuales que ha alcanzado el hombre a lo largo de al menos 5,000 años de historia puede darse cuenta de la inutilidad de una vida sin propósito e inmersa en la mediocridad.

Sobre el contenido de este blog 
Entonces, ¿de que se trata este blog? Pues de todo aquello que nos hace hombres y mujeres elegantes, elegantes en ambiciones, alcances, conocimientos, comportamientos y gustos; elegantes de pensamiento. Este objetivo es del todo idealista, del tipo de idealismo del que habla José Ingenieros  en su celebre obra El Hombre Mediocre, lo sé, pero creo que una mente cultivada es el complemento ideal de un estilo de vida elegante... Este blog se trata de todo aquello que nos causa, siguiendo a Epicuro,  fina conmoción intelectual. Aunque tampoco se engañe al público, el camino del refinamiento personal es difícil, pero las recompensas son vastas y desconocidas para quien no se atreve, no le interesa o por lo menos le son indiferentes; eso nos distingue a usted y a mi, que estamos en comunicación, aquí, a través de la palabra escrita y no en algún otro lugar pudiendo hacerlo.

Vita attiva e contemplativa
No se dejará de lado el aspecto físico, mens sana in corpore sano, reza el antiguo dicho en latín; todas las sociedades (aristocráticas o no) que hayan aportado valor a la humanidad también han sido sociedades deportistas. Existen paralelismos innegables entre los valores del esfuerzo personal del deporte y del mejoramiento de la propia persona en los ámbitos intelectuales, culturales y en lo social. Privilegio los deportes en solitario, accesibles desde el momento en que se desea practicarlos, los que nos hacen meditar en tanto el cuerpo está en movimiento: la carrera, el ciclismo, la natación, el gimnasio, y el antiguo y noble arte del boxeo (ya presente en los juegos fúnebres en homenaje al héroe Patroclo, en la Iliada de Homero y una de las habilidades que todo caballero que se precie de serlo debería tener). Hablaremos de sus técnicas y sus herramientas, todo un mundo aparte en si mismas.

El Sueño del Caballero, de Antonio de Pereda
Se trata también de objetos, por supuesto. ¿A quién no le gusta tenerlo todo? Pero sirva de advertencia: siempre he pensado que la buena vida tiene que ver más con la cultura que con el dinero: tener muchos recursos económicos no nos harán damas o caballeros de importancia, señores, al fin, eso solo lo aporta el valor de nuestro propio esfuerzo, valía, peso intelectual y propósito.

Así que sobre los objetos daré mis más personales sugerencias de lo que hay que tener, sobre todo tratando de escapar a las modas y la publicidad de marcas y buscando aquellas que ofrezcan el valor de la calidad perenne y de la tradición elegante: serán objetos de marcas que la mayoría no conoce, más para los entendidos que buscan objetos verdaderamente buenos y no necesariamente conocidos (esos cualquiera los compra); en estos tiempos de publicidad masiva multiplataforma y de neuromercadotecnia es fácil caer en la trampa de la ilusión de exclusividad de las marcas de lujo reinventadas y de tener el privilegio de la elección, pero es solo un juego de espejos: para muestra, un pequeño dato ilustrativo: la gran mayoría cree que un Rolex es un reloj de lujo de gran clase (bastante caro, por cierto), pero esta marca fabrica 800,000 piezas al año, un número que difícilmente califica como exclusivo. Creo, sin embargo, que lo verdaderamente exclusivo es aquella pieza escogida de manera inteligente, de excelente fabricación; es aquel objeto heredado o mandado a hacer únicamente para nosotros y bajo nuestros estándares, eso es el verdadero lujo. Consumidores al fin, si algo nos va a acompañar en nuestra vida al menos que sea como realmente lo queremos, que signifique algo para nosotros y no para los demás. Y generalmente la elección de un gentleman jamás es convencional. Ya lo decía Giovanni Dos-Sicilias: "el rodearse de cosas bellas es el mejor antídoto contra el mal gusto de acumular".

Muchas otras cosas también serán incluidas: hablaré sobre, digamos, 'las herramientas' que todo caballero debe tener y saber usar, artículos que he publicado, avances de mi última novela (en turno), algunos cuentos, crónicas de viajes, máquinas y tecnología, consejos gastronómicos, maridajes, buenos momentos, tradiciones elegantes, música, escritos sobre las artes y pensamientos filosóficos, además de los llamados Gentleman´s Pursuits, todo lo que un caballero elegante debe saber, sin olvidar brindar en cada publicación nuestros respetos a la belleza, la belleza de la forma, del objeto, de un gesto, de un pensamiento elegante.

Sobre los vinos
Hablaré de vinos porque  tengo una liason personalísima y añeja con los buenos caldos; me traen recuerdos de mi padre cuando era yo apenas un joven, de la familia, de momentos sublimes, de viajes... Sobre esta cuestión, no soy ni connoisseur ni sommelier, solo un viajero en busca de la pureza: me gustan los buenos vinos y compartir lo poco o mucho que he aprendido sobre ellos (básicos para maridar, cómo leer una etiqueta, algunas recomendaciones, etc.), todo muy down to earth y sin esnobismos ni pretensiones y asequible a precios razonables. Este conocimiento acumulado en más de 25 años como aficionado a los vinos lo he querido compendiar en mi nueva publicación Diario de Vinos (breve iniciación a los placeres del vino), ya disponible en Amazon en versión e-book y en una edición impresa e ilustrada que incluye 80 notas de cata para que usted guarde sus propias memorias hedonistas.

Vanitas, por Pietr Boel, C. 1663
También, y al fin buen miembro de la piara de Epicuro (y emulando a Horacio), escribiré algo sobre habanos y café, entre otros placeres sibaritas; es decir, algo sobre la buena vida de la que antes hablé. Por último debo decir que The Gentleman's Pursuits está escrito desde el punto de vista de un hombre, tal es la razón de su título en masculino, pero cualquier persona puede encontrar mis artículos de utilidad si así le parece.

Les invito a navegar, estimado amigo, amiga, todo lo que este blog tiene para ofrecerle en el menú de etiquetas localizado en la parte superior derecha de esta página, esperando que lo disfrute.

En algún lugar del mundo les envía un saludo cordial,
F. Xavier
©

miércoles, agosto 28, 2019

¡Gracias! Thank You! Mercí!

The Gentleman's Pursuits ha tenido desde su creación 28,667 visitas provenientes de 123 países.

 ¡Gracias!   Thank You!   Mercí!

jueves, marzo 21, 2019

El (evitable) Embate de las Redes Sociales

 La vida diaria, querido lector, con sus múltiples preocupaciones, reales o impuestas a golpe de publicaciones de redes sociales, pareciera querer conspirar contra el fin último de todo ser sensato que habita y que ha habitado sobre este planeta: vivir una vida plena y en paz.

       Y no solamente en el caso de nuestro continuo batallar en busca del pan de cada día, diría la tradición, sino que además la vida moderna, conectada a todo tipo de tecnologías como es, nos hace vivir mil vidas trágicas al hacernos sufrir diariamente con todo lo malo que le pasa al mundo desde la comodidad de nuestras pantallas, ya sea las del televisor o las de los dispositivos móviles. Y debo decirlo, nadie dice aquí que debemos vivir en una burbuja, alejados de todo sufrimiento de la realidad, al fin que el tener cierto conocimiento de los sucesos mundiales es una de las marcas de todo caballero que se precie de culto; pero, ¿qué necesidad tendría uno de saber que un niño chino ha sido atacado brutalmente en la calle por un psicópata, o que, al tratar de no atropellar a una cría de oveja, varias personas fueron arrolladas por un camión en una autopista de Noruega, o las fotos contrastantes de una pareja disfrutando de una velada y después espantosamente accidentados en un auto? 

Sin embargo, horrorizado, he visto esto y más, sin quererlo claro está, al abrir la pantalla de mi teléfono móvil y ver el video que alguien ha decidido que todos debemos ver (sufrir) por medio de Facebook/Twitter/Instagram/WatsApp et al.  A eso, mi estimado y único lector, me refiero cuando escribo que se debe tratar de vivir de una manera distinta, haciendo de la propia existencia una forma de arte, y no necesariamente vivir cómo una persona alejada de la realidad del mundo. 

Hacer de la propia vida una forma de arte, una obra de arte, no se trata de cerrar los ojos y hundir la cabeza en la arena, como los avestruces, sino simplemente vivir bien, alejarse - por necesidad y supervivencia emocional - del continuo embate de una forma de realidad distorsionada por las redes sociales a un grado exasperante. Desconéctese, querido lector, un día de las redes sociales, y simplemente disfrute de la belleza de las pequeñas cosas diarias: un amanecer, una buena taza de café, una copa de vino excelente, una comida familiar, un concierto de música clásica, una platica sobre el sentido de la vida con sus hijos, un beso largo y sensual con su mujer... Vivir la vida como una obra de arte hoy día no es más que vivir con los ojos abiertos a la belleza de simplemente estar vivo.

(fragmento del libro "Ser, No Parecer; Breve Guía del Hombre Interesante", de próxima publicación) 





jueves, octubre 27, 2016

De una Belleza Extraordinaria



Sobre el Sindrome de Stendhal y la hermosa discreción de la elegancia.

Aquella tarde fría, nuestro viajadísimo y buen amigo Manuel había prometido llevarnos a comer a un lugar realmente especial, de “Venecia Profunda” habían sido sus palabras. Sabiendo que el carácter ibérico de Manuel no le traicionaría y que en asuntos gastronómicos no se andaba con rodeos, mi hermano y yo esperamos con paciencia la hora de comer.

Habíamos quedado en vernos en una esquina de la Piazza San Marco, donde en aquellos momentos se llevaban a cabo los preparativos para el ya próximo Carnevale, lo cual animaba a ciudad con extravagancias de mascaras y características vestimentas carnavalescas. Ya cansados después de una intensa mañana de Accademia, Palazzo Ducale y Basílica de San Marcos, y de la búsqueda de un tapiz por parte de Pablo y de una navaja 'Marinera di Venezia' por mi parte, ambos sonreímos cuando nuestro amigo nos hizo señas para que nos acercáramos a uno de los pasajes de aquella plaza. Así, en procesión, comenzamos a andar en lenta travesía a las entrañas de Venecia. De a poco empezamos a perder el bullicio turistero y su trajín de tiendas de lujo para adentrarnos en la verdadera ciudad, en si misma evocadora de misterio y de por demás románticas ilusiones; no era posible dejar de escuchar las historias susurradas por las antiguas paredes de aquellas estrechas callejuelas y a cada paso parecíamos ser transportados a otro lugar, en otro tiempo; mi mente viajando irremediablemente hacia el 'Andrea Delfin' de Paul Heyse, todo misterio y tragedia en la Venecia de 1762, y a aquellas aventuras del bastante culto e inteligente incomprendido Giacomo Casanova con su bellisimas monjas C-- C-- y M-- M-- y otras tantas aventuras más en La Serenissima del siglo XVIII. Tras unos buenos minutos de andanzas históricas, llegamos a un pequeño restaurante con todo el encanto de la familia italiana, la 'Trattoria Chinellato', en el antiguo 22 de no recuerdo que calle, en donde numerosos lugareños disfrutaban de los placeres de la mesa.

Adentro el ambiente era más cálido y todos, nosotros y varios compañeros de viaje casuales que se nos habían unido durante el día, nos acomodamos al fondo de la pequeña estancia, una de las dos que conformaban el lugar. Sobra decir que fuimos recibidos muy amablemente por la dueña del lugar, amiga de Manuel, y por su hija, ambas italianas de las que se puede leer en libros de antiguas tradiciones, de formas plenas y amigables, y sí, gritonas y animosas. La comida, excelsa, constituida por un 'antipasti de risotto di calamari', lenguado empanizado y gelatto  –todo de inspiración marinera, como aconseja la tradición- y ya con un muy italiano limoncello helado en las manos, había transcurrido plácida y de compañía amigable.

Sin embargo, la conversación de sobremesa había girado hacia el tema de la belleza, tal vez a causa del la sobredosis artística que se sufre comúnmente en Italia, o tal vez a causa del marinamiento causado por aquel spumante Asti Fiorentino bebido durante nuestra obligada 'gondolatta con musicanti' de esa mañana y/o del bianco Bordolino Classico que había acompañado la comida. De esta manera, la conversación había transcurrido de Florencia al Musei Vaticani, y desde la Toscana al Museo Peggy Guggenheim, pasando por el Síndrome de Stendhal – ritmo cardíaco acelerado, confusión y vértigo y hasta alucinaciones cuando se es expuesto a una dosis excesiva de belleza, arte, pinturas y otras obras maestras - y bueno, que al fin al cabo hablar de belleza en Italia es algo muy natural, y hombres todos como éramos en aquella mesa, se comenzó a hablar de mujeres.

Más tarde y ya en francas disertaciones nacionalistas, es decir, todos queriendo reclamar el galardón y ante un panel internacional constituido por un español, un italiano, dos chilenos, dos brasileños, dos mexicanos y la siempre presente dueña veneciana – y de su hija-, la pregunta saltó a mi, caliente como una bella vasija de barro acabada de salir del horno:

¿Y de donde crees tú que son las mujeres más hermosas de este planeta? -


La pregunta me sorprendió por un instante porque justo en ese momento estaba pensando en comprar un libro de 'Historia de la Belleza' de Umberto Eco que no hacia mucho había visto en una librería, además de que me pareció que todos habían callado en el lugar para escuchar mi respuesta.
- ¿De este planeta solamente?- bromee. – Mmmh…- ganaba tiempo. Se precisaba de ingenio y de diplomacia para evitar -el inevitable- faux-pas
- Tal vez mis preferencias- contestaba - en cuanto a chicas se refiere, pertenecen más al ámbito literario que al geográfico. Claro que en México, como en todos lados, existen mujeres bellísimas, donde las haya. – lancé.
- Eso es interesante- comentó Manuel -¿Literarias en el sentido de evocación imaginaria? Porque si es así, querido amigo, ¡esas mujeres no existen!- Todos reímos.
- Lo sé, lo sé... Literaria en el sentido de lo que una mujer puede llegar a causar en la mente masculina, o en su caso, en lo que puede llegar a disparar en su imaginario, hay que recordar que 'Beauty is in the eye of the beholder', además de que en el mundo paralelo de la literatura abundan mucho más las descripciones de personalidad que descripciones físicas, que como todos sabemos, hace falta ver. -
-Entonces, ¿que mujeres literarias te atraen? ¿La Lotte de Goethe quizás? ¿La Natasha Rostova de Tolstoi? ¿La Clawdia Chaucat de Thomas Mann?- Sonrió, por la intención que dejaba entrever al mencionar a esos complejos personajes femeninos, imaginé, con todos sus atributos, taras y máculas, aunque hijas de la pluma de señores.
-Bueno- contesté- Son tantas... Aunque me vienen a la mente algunas descripciones femeninas de Agatha Christie que estuve tentado a enmarcar por evocadoras, como antes mencioné. – Sonreí también, por que ahora lanzaba que las mujeres de Christie eran hijas de una mujer, menos famosas, claro está, pero igual de singulares y ciertamente encantadoras.
- ¿Cómo cuales? – alguien preguntó. Tuve que hacer un esfuerzo para recordar exactamente de quién hablaba, pero al final pude articular:

(En aquel momento efectivamente mencioné las siguientes citas, querido lector, aunque no recuerdo con que precisión; aquí transcribo las originales, ya que escribir mi propio blog me otorga esta licencia de recursos, y de espacio...)

- Recuerdo quizás a aquella Adela Fortescue la cual, Christie escribía, “era todo un ejemplar de la especie; una soberbia figura, Adela era atractiva por dentro y por fuera, con un encanto que decía simplemente a cada hombre: “Aquí estoy. Soy una mujer”. Respiraba femineidad por todos sus poros…” O también aquella Valerie Sinclair, cuya “palabra, su gesto constituían un poema. De ella se desprendía un aura romántica. Vestía una prenda muy casera, una bata de franela encarnada que le llegaba a los pies, pero el encanto de su personalidad dábale un sabor exótico y semejaba una vestidura oriental de encendido color…”- el silencio se generalizó, aunque todos asentían con la cabeza. Como no hubo comentarios, continué:
- O ese pasaje sobre Virginie, que hace la misma autora: “Como en un sueño, Eduardo le abrió la portezuela del auto y ella se sentó a su lado. Sus cabellos rozaron su mejilla y un aroma delicioso, como el de las violetas después de la lluvia, embriagó sus sentidos. Una mujer que embriagaba por su belleza… ¡Entonces era cierto que existían!”. - Es decir, no se trata de lo bello de su rostro, o de las formas de su cuerpo. Más bien algo, una belleza interior que cautiva sin darnos cuenta; que nos causa una respuesta puramente emocional. Como decir que la belleza habla el lenguaje del alma. Un poco como aquel síndrome de Stendhal que comentábamos- Acoté.

La mesa permaneció callada por un instante más, hasta que alguien comentó:
- Llama la atención, el que la belleza está en aquel que la observa, pero a la vez te habla en otro plano, a un nivel distinto que el puramente físico.-
- ¡Por supuesto! – dije, mientras daba otro sorbo a un grappa exquisito, servido un instante atrás.
- Pero quizás mencionas mujeres muy sofisticadas, al estilo de Agatha Christie y su nobleza británica.-
- Tal vez, pero no en el sentido de lo que se entiende hoy como sofisticado, que generalmente se piensa que tiene relación con el dinero. Es más una sofisticación de otro orden; son las maneras, la femineidad, la inteligencia, el conocimiento, el lenguaje con el que se expresa. Es el estar frente a una mujer centrada y culta. Es el tipo de belleza que un alma emite desde el interior y que la belleza externa no alcanza a contener. Y lo mismo sucede con la fealdad; una mujer fea por dentro es horrible aunque sea muy bella. No es una máscara, la mujer realmente hermosa no desea pasar por fuerte, por que ya lo es, ella lo sabe y no es necesario ser dura a cada instante; lo suyo es fortaleza, es seguridad.  Si buscara una palabra para describir al tipo de belleza a la que me refiero, tal vez diría que me gustan las mujeres que son elegantes, más que sofisticadas.  La sofisticación es apenas un barniz, una consecuencia natural de los múltiples estratos de un espíritu elevado.  Esa elegancia de espíritu es hermosa y discreta, pero se expresa con fuerza, a la manera de la elegancia del 'sfumato' de los maestros del Cinquecento. Es algo que no está a la vista, pero que de manera inconsciente sabes que se encuentra ahí.-

Mis palabras quedaron suspendidas en el aire, y los que asistíamos a la mesa nos mirábamos pensativos. Se escuchaba por ratos únicamente el ruido de platos y el murmullo de las conversaciones de otras mesas. Continué.

- Recuerdo mucho algo que leí cuando muy joven, absolutamente intemporal y que marcó en cierto sentido mi gusto por las mujeres, y la razón por la que ahora pienso esto. Lo escribió Rene Sully Prudhomme, primer premio Nobel, quien en 1868 decía: (licencia de blog de por medio, recuerde, querido lector..) “Es una mujer elegante. No me refiero únicamente a esa elegancia de segundo orden que, en la mujer, no es más que el instinto del atavío que le sienta bien. ¿Qué mujer no posee en cierto grado el afán y el don de componerse según su tipo? Me refiero a una elegancia más elevada, la que sabe acoplar las maneras a la finura y a la elevación de la inteligencia y de la cultura más que a la elegancia del vestido y del cuerpo; esto último le es dado por añadidura. La naturalidad es señal de superioridad, lo mismo que la suficiencia presuntuosa es marca de mediocridad. Ahora bien, para que esta naturalidad se haga agradable, tiene que ser simpática, sencilla. La elegancia es fácil, pues no es otra cosa que el gesto de un espíritu escogido. No puede aprenderse, es espontánea y, sin embargo, se da cuenta de si misma, en lo cual se asemeja al buen gusto. El rebuscamiento aun puede ser elegante, pero la elegancia termina donde empieza la afectación. ¡Que bien se aprecian en la mujer esos matices, sutiles en apariencia! En la mujer a quien me refiero, me parece encontrar la elegancia pura, que es la mitad de su belleza. Su atavío está cargado de intenciones y desprovisto de pretensión; sabe perfectamente que lo importante no está en distinguirse por algún detalle de su porte, sino en ser distinguida, y que, sin dejar de ser ella, es preciso no parecerse a ninguna otra; porque todo se encuentra dentro de nosotros, y por consiguiente, todo debe armonizar en nuestro aspecto exterior. La elegancia en las cosas pequeñas reside sencillamente en la gracia; y, en las grandes, en la dignidad; en unas y otras debe ser ingenio. Esta cualidad ejerce sobre mí una seducción extraordinaria. ¡Como me gustaría hacer un verso que se pareciese a ella!”. 

Guardé silencio, sopesando las palabras de Prudhomme y su efecto en los comensales, y en mi propia sensibilidad. Hablé.
- En ningún momento menciona la hermosura física de la mujer en cuestión, solo que "su elegancia es la mitad de su belleza", solo su gracia, su gesto, su ser, y en ese sentido, a mi me gustan las mujeres elegantes, a la manera de Sully Prudhomme, en 1868.

- ¿Entonces? - Dijo el italiano - Tu mujer elegante, como dices, es un ideal absolutamente romántico y diría que inalcanzable.

- No lo creo así -, dije. - Mujeres así las hay en todas partes.
- ¿Crees que no es difícil hallar una mujer así hoy día?- preguntó a todos uno de los chilenos, despertando comentarios generales.
- Mira, mi opinión es esta. A las mujeres así no hay que buscarlas, ellas gravitan hacía ti, siempre y cuando tú estés a la altura. Más bien, que tu espíritu lo esté; que el tuyo sea un espíritu de carácter y ambiciones renacentistas, un espíritu distinguido que arrope el suyo y en el que ella encuentre una fortaleza segura donde habitar y recorrer siempre nuevos pasillos y habitaciones.  ¡Y en esa fortaleza se sentirá su presencia! Las almas solo pueden hablar con otras almas que hablen su idioma, en un mismo plano. Si no, están enjauladas, oprimidas. Y huyen.

La mesa, una vez más, permaneció en silencio. Parecía que lo dicho eran palabras definitivas y definían el tema, y lo agotaban. Mi hermano, con el inteligente timing que le caracteriza, salvó el impasse proponiendo un brindis: - ¡Por las mujeres elegantes, a la manera de Prudhomme! – Todos alzaron su copa y repitieron: - ¡Por las mujeres elegantes! – Nos despedimos un poco reflexivos. Sin duda el tema de la belleza no era cosa sencilla, y el de reconocerla y verla a los ojos y retenerla a tu lado, menos. Pero para nosotros, mi hermano y yo, otras bellas cosas nos esperaban en Roma, al otro día.


Más tarde, ya en el vaporetto de regreso a Mestre, donde nos hospedábamos, observé con inmenso placer la puesta del sol al caer tras la silueta del la iglesia de Santa María della Salute, en contraste con las verdes aguas de la laguna Veneta, una visión en verdad de una belleza extraordinaria…
     –¿Sabes con qué atardeceres sueñan los amantes de París? – pregunté.

Por F. Xavier


Extracto del libro "El Instante Pleno, París. Relatos de pasión, amor y erotismo. Cuadros de una Exposición", disponible en tiendas Amazon alrededor del mundo:




















Imagen 2: CANALETTO 'Piazza San Marco' c. 1730 Metropolitan Museum of Art, New York
Imagen 4: HAYEZ, Francesco 'The Kiss' c. 1859 Pinacoteca di Brera, Milán

http://es.wikipedia.org/wiki/Canaletto

Trattoria Chinellato
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Città, provincia e CAP: Venezia (VE) - 30100
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