miércoles, junio 21, 2017

La Mala Educación

De la mala y a veces ausente educación.

No hace mucho tiempo, en alguna de esas reuniones sociales a las que asisto poco, una de esas personas a las cuales no hay que darles a beber ni un mililitro de alcohol (por que comienzan a hacer honores a la denostación inculta y al improperio gratuito), me dijo desde el otro lado de la mesa que nuestro país es una mierda, riéndose a carcajadas.

De entrada, y viendo las cosas como están en México, uno se inclinaría a aceptar la realidad tragándosela como quien se come un tornillo y quedarse callado, silenciosamente tildando para uno mismo al grosero de borracho o de borracho al grosero e ignorándolo. Pero al fin y al cabo, una de las cosas que le hacen a uno hervir la sangre es cuando 'alguien más' insulta al país propio. No importa cuantas veces uno insulte al gobierno, confundiéndolo con la patria, por la inseguridad, la falta de oportunidades y la economía; nadie aguanta que otro se lo diga a uno.

Pero lo que más me llamó la atención es que aquel descortés beodo era un profesor. Y uno muy influyente al parecer. Y además, al increparme me encontraba yo comentando sobre lo importante que era no perder de vista la historia de nuestro país aprovechando la ocurrencia del bicentenario de la independencia de México a raíz de la investigación que realizo para un proyecto literario y lo fascinado que estaba por leer sobre nuestra historia mexicana. Nada más indignante.

Al final, aquel faux pas social pasó de largo con tan buen sabor de boca como aquel de quien contempla el noticiero de la noche (muertos, sangre, violencia, desgracia en directo...). Sin embargo me quedé pensando que mi indignación estaba mal dirigida, que si el país está de cabeza es por que la ignorancia campea a sus anchas por nuestro sistema educativo cual jinete apocalíptico, grosero, borracho y burlón.

Y aclarando las cosas, honor habrá que hacerle a aquellos profesores y gente dedicada a la educación cuyo compromiso y vocación los llevan a hacer un gran esfuerzo por sus pupilos más allá de sus funciones.

Pero si aquel maestro del que hablo representa de alguna manera a otros de su profesión, el tipo es un verdadero matacuaz que no debe, por ningún motivo, estar a cargo de la educación de ni siquiera su propio perro, a riesgo de que lo haga ignorante.

Pero por desgracia su comentario no debe tomarse a la ligera, aquella persona es solo un síntoma, no la enfermedad... Si esa es la percepción del propio país de un educador, ¿que podemos esperar de los alumnos? La patria es hoy para muchos ignorantes la selección nacional de fútbol y la música de banda... Hay gente que llora con un gol... ¡Carajo! ¡Qué orgullo nacional tan echado a perder! Así, nada más peligroso entre las personas de poca edad que no creer en nada, y peor aún, no creer en uno mismo. No creer en la patria es no tener cimientos, los cuales son los fundamentos para poder catapultar el país hacia algo, como mínimo, mejor.

Responsabilidades: ¿A quien se le ocurrió, querido lector, sacar de los programas educativos el civismo, el latín, el griego, la historia - magistra vitae -, la geografía, la literatura y otras? ¿Y sobre todo, las ciencias, aquellas que solas pueden sacar adelante un país o hundirlo por su ausencia? ¿Quien es responsable de este asesinato cultural que lentamente nos envenena como sociedad? ¿Como es posible que como sistema se fabriquen mediocres? Pues efectivamente, la sociedad, es decir, yo, usted y todos los demás que lo permitimos, inmóviles.

¿Donde están las ideas? ¿Donde el orgullo patrio? ¿Donde la verdadera pasión por nuestro país? ¿Donde la alta cultura mexicana? ¿Donde nuestro raigambre?

(Bajo esta triste y desesperante luz, hasta mi propio artículo sobre la educación de un caballero se me antoja iluso).

Esta es mi opinión: si queremos dejar dejar de ser país de media tabla, por no decir mediocre, lo único que se debe impulsar sistemáticamente es la educación. El fabricar ciudadanos ignorantes es condenarnos irremediablemente al abismo de, precisamente, la oscura mediocridad, con todas las taras que eso conlleva. Es fabricar un país ignorante. Deben ponerse a las personas correctas en el papel más importante, es decir, con la misión de educar, y quitar a los que no tienen la habilidades ni las competencias para ello... misión casi imposible pero necesaria.

¿Qué hacer hoy mismo? Como suele decir mi padre, comencemos en la propia casa. Eduque mejor a sus hijos. Menos tele y video juegos, no los idiotice. Tome responsabilidad con respecto a su educación; Discovery Kids y Baby Einstein son solo herramientas. Fomente su imaginación. Hágalos crecer de manera natural en un ambiente culto, aunque se tope afuera con otra realidad (esa diferencia les hará más despiertos). Visite museos, conozca nuestra historia, rica en valor y cultura. Hágalos sentir orgullosos de nuestra identidad nacional. No confíe que la escuela basta. Si está en su poder, haga algo de valor educativo en su comunidad. Beque a un buen estudiante, busque formas de hacerlo. Done libros. Lea. Lea bueno. Enseñe a leer a sus hijos. Y sobre todo, reaccione ante la estupidez.

F. Xavier
Abril de 2010.
©

Pintura:
MURILLO, Bartolomé Esteban
El Joven Pordiosero
c. 1645
Musée du Louvre, Paris


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2 comentarios:

Anónimo dijo...

Quizá el reto sea desear menos... actuar más... ser mejor padre, mejor maestro... vaciarnos de decidia y llenarnos de pasión... más acción a la oración...

June

Sourwest psychiatric research mexico dijo...

La historia Mèxico està escrita con tinta negra o roja; tenemos la tendencia a adorar algunas cosas que pueden llegar a ser hasta ridìculas o satanizar otras que generalmente ignoramos. Para asombro de algunos, en México, cultos somos todos; decir incultos, aunque escrito en el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, es un tèrmino que siempre me ha despertado malestar.En el sentido correcto de la palabra "culto", del lat.cultus, (adj.Dotado de las calidades que provienen de la cultura o instrucción)somos todos, hasta el personaje mal educado de tu comentario, el problema radica exactamente en la direcciòn de su grotesco comportamiento. En mis oportunidades (no pocas) de escuchar el discurso de contemporàneos de otros paìses, de una elite digamos un poco màs informada, se piensa acertadamente que en Mèxico puede ocurrir cualquier cosa, incluyendo en la Educación; si retrataramos a nuestro paìs podrìamos fàcilmente ver un cuadro surrealista de Arnold Brocklin. No dejo de pensar, sin embargo, que debemos ser proactivos, dejar a un lado los quejidos de señorita de nuestras circunstancias e intentar cambiar cada dìa hacia una forma de ver las cosas màs sensata y sana.
Interesante comentario de Paco Hernàndez-Castañeda.